domingo, 16 de mayo de 2010
Las cosas de Gerardo
Qué cosas tienes, Gerardo. No sólo exiges que se recorte a la mitad la recortada partida de ayuda al desarrollo, sino que lo justificas porque, al fin y al cabo, los trabajadores extranjeros no hacen más que enviar su propio dinero a sus países de origen, ignorando el bien mayor de la Patria que les ha acogido. Ingratos. Ahora muchos entenderán tu via crucis, cuando tuviste que soportar las iras de los cientos de familias inmigrantes que dejaste en tierra tras hundir Air Comet hace unos meses.
Pero así eres, Gerardo, y qué le vamos a hacer. Te gusta decir las cosas como son, aunque suenen duras. No es momento para falsos sentimentalismos. Es la hora de los hombres, aunque se llamen Elena; la hora de aguantar el pulso y tomar decisiones difíciles.
Lo único que lamento es que no demuestres ese mismo desparpajo a la hora de hablar de las sumas millonarias que el fraude y la evasión fiscal (legal o ilegal) nos cuestan a los españoles, o del modo en que la desregulación financiera ha convertido a nuestros mercados en verdaderos casinos para chimpancés. Tampoco has hablado (ni mucho ni poco) del modo en que las SICAV amparan de forma indecente a los grandes capitales. Tal vez parte del entusiasmo antideficitario de los líderes europeos podría ir destinado a tapar estos agujeros, en vez de podar los derechos comprometidos en casa y en el mundo en desarrollo. No creo que ningún empresario decente esté en desacuerdo con estas medidas, y ésa es una de las razones por las que me sorprende que los miembros de la CEOE no te hayan puesto ya de patitas en la calle. ¿Qué les das, Gerardo?
Te agradezco, en cualquier caso, tu franqueza. En medio de tanta cifra calamitosa, a veces cuesta recordar que esta crisis no es un castigo de Dios, sino el resultado de muchas decisiones incorrectas tomadas a lo largo de demasiado tiempo. Una crisis con víctimas y culpables que no merece un Gobierno cobarde que aplica tabla rasa. No te quepa duda, Gerardo, de que los inmigrantes y tú estáis en bandos diferentes. Yo ya he escogido el mío.
Etiquetas:
Ayuda,
Crisis económica
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Es de tal indecencia que me resisto a dedicarle un sólo instante de mi tiempo, pero recuerdo que quien calla otorga y por ahí no paso.
ResponderEliminarLos inmigrantes ahora, los funcionarios después, dadle tiempo y explicará sinceramente que la dependencia no funciona porque no llena sus residencias privadas de ancianos desvalidos, despúes será la sanidad pública, la educación, y poco a poco volveremos a un mundo en el que tan solo los elegidos pueden enfermar, estudiar y vivir.
Tampoco está tan lejos y sus valedores siguen fuertes.
¿Dónde perdimos el norte?
Que un hombre como este Gerardo represente al empresariado español y que una mujer como Belén Esteban sea llamada la princesa del pueblo, explica mejor que cualquier tratado los males que nos afectan.
ResponderEliminar