martes, 6 de abril de 2010

No se me ponga tan gallo, Comandante



De la nota Tendencias en las transferencias internacionales de armas 2009, publicada hace unos días por el Instituto de Investigaciones sobre la Paz de Estocolmo (SIPRI):

Los estados americanos fueron responsables de un 11% de las importaciones de armamento convencional de gran tamaño durante el período 2005-09, lo mismo que en 2004-2009. Sin embargo, las transferencias de armas a América del Sur fueron en 2005-09 un 150% más altas que en 2004-09 y las octavas en orden mundial de importancia. (...) La adquisición de armas en América del Sur continuó siendo una fuente de tensiones, y varios comentaristas advirtieron del riesgo de una potencial carrera armamentística en la región.

Las compras de armamento y material bélico rusos por parte de Venezuela pueden ascender a más de 5.000 millones de dólares (3.700 millones de euros), según ha dicho el jefe de Gobierno ruso, Vladímir Putin, en una reunión dedicada la modernización de la industria bélica.
Ante los responsables políticos y económicos del sector, Putin ha explicado que los pedidos venezolanos serán distribuidos entre 13 empresas clave de la industria armamentística, localizadas en diferentes partes del Estado. El jefe del Gobierno acaba de regresar de su primera visita de trabajo de un día a Venezuela, durante la cual se firmaron 31 acuerdos bilaterales.
¿Qué parte del espíritu bolivariano impulsa a Chávez a pasearse de la mano de un imperio venido a menos, pero con las botas puestas, como el ruso (o ya puestos, de la de una autocracia islamista como la iraní)? Como se descuide, el régimen venezolano va a desarrollar similitudes que van más allá del antagonismo con EEUU.
¿En qué va a acabar la escalada militar de la región (porque ésa es la verdaderamente preocupante; la retórica difícilmente puede enconarse más)?
¿Qué opinan los movimientos sociales pro-Chávez de esta deriva militarista y de sus consecuencias para el gasto público? Incluso en los ambientes revolucionarios más vanguardistas un gráfico como éste hará rascarse la cabeza a más de uno:





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