El repaso de los hechos y personas que han protagonizado la historia oficial de este continente a lo largo de los últimos cincuenta años es un ejercicio solo apto para optimistas patológicos. Con escasas excepciones, los líderes bienintencionados de los primeros años de independencia degeneraron en poco tiempo en autócratas incapaces o, sencillamente, en ladrones y criminales. Sus regímenes fueron sustituidos por una generación de militares cuyos excesos y crueldad alcanzaron proporciones desconocidas. Las potencias coloniales y sus pares en el bloque soviético impulsaron, alimentaron y dirigieron un baile de cargos que aún hoy lastra el desarrollo de buena parte del África al norte y sur del Sáhara.
Mientras transito de la fascinación al espanto y vuelta atrás, cae en mis manos un inquietante artículo de William Easterley en The New York Review of Books. Este escéptico de la ayuda (némesis de Jeffrey Sachs) desarrolla sin edulcorantes su tesis:
El sistema internacional de ayuda tiene un sucio secreto. A pesar de la intensa retórica en sentido contrario, las naciones y las organizaciones que donan y distribuyen la ayuda no están demasiado preocupadas por la democracia y aún apoyan activamente a dictadores. El discurso habitual es que los donantes solo apoyaron a dictadores durante la Guerra Fría y desde entonces promueven la democracia. Esto es falso.
Léanlo con el mejor espíritu, porque dice algunas verdades incómodas... y recuerden después que, en este asunto, desgraciadamente, no hay respuestas simples. Para países en los que no hay flujos alternativos de financiación del desarrollo, una ayuda estable, predecible y bien auditada sigue siendo una palanca imprescindible de progreso.
[Y no se pierdan África cuando lo publiquemos. Es sencillamente fascinante.]
"Africa", "El sueño del celta"... se acercan lecturas que prometen ser interesantes sobre África.
ResponderEliminarLo que cuentas en el post de hoy encaja como un guante con la imagen arquetípica de la África víctima de la injerencia externa y los nefastos gobernantes. Han sido muchos años de eso.
Pero la última década muestra una África con un crecimiento económico generalizado y sostenido, y con nuevas realidades que desbordan los análisis tópicos.
Como las masivas inversiones chinas, que parece desmontan todos los lugares comunes sobre la ayuda externa (no sé si alguien sabe si para bien o para mal). O la existencia de nuevos liderazgos en la región. Desde gobernantes con pocos galones democráticos pero con políticas de lucha contra la pobreza sin precedentes (Kagame), o países con una inédita generación de políticas públicas eficaces en desarrollo y reducción de pobreza (Bostwana, Ghana, Malawi, Sierra Leona...).
En fin, también está ahí la tragedia son fin de la RD del Congo o los ínclitos Mugabes y Obiang...
Todo es tan sumamente complejo: estimulante, esperanzador y doloroso a la vez; que estoy deseando leer este libro que nos promete IO.
Muy de acuerdo, compañero. Un amigo escribió hace algún tiempo una pieza en política Exterior sobre esto mismo que comentas. Intentaré rescatarla, porque realmente merecía la pena.
ResponderEliminarUn abrazo,
G.