Amigos de la izquierda, progresistas todos, es hora de afrontar los hechos: el Partido Popular podría ganar las próximas elecciones generales. Aunque están haciendo un esfuerzo notable por evitarlo [mientras escribo estas líneas el juez ha dictado una fianza de 3 millones de euros para el ex-presidente balear, ex-miembro de la ejecutiva nacional, ex-ministro de Aznar, ex-conocido de Rajoy (quelehadichoquesedefiendasipuede) Jaume Matas], el destino llama a su puerta. Sólo un traspiés en la meticulosa carrera hacia el abismo del Presidente Zapatero podría ponerles por detrás en esta Corte de los Milagros en la que se ha convertido la política española.
Ésta es la buena noticia: no hay amenaza posible para la política nacional de desarrollo... porque nunca ha existido tal cosa. Es cierto que el PSOE ha dado un impulso sin precedentes a los recursos y la calidad de nuestra cooperación; y que ha tenido momentos felices en algunos asuntos como el comercio de armas o la lucha contra el hambre. Pero no hay una estrategia definida que ate estas iniciativas a una visión de largo plazo, o que garantice la coherencia de nuestra política exterior y económica con los objetivos del desarrollo.
La mala noticia, ay, es que las cosas podrían ser mucho peores. Hasta ahora el PP ha apoyado la política gubernamental de AOD, pero en Génova saben muy bien que África no da votos. A diferencia de sus colegas en el Reino Unido, los conservadores españoles se han cuidado mucho de comprometer futuros niveles de ayuda, mucho más en un contexto de déficit público galopante. Esteban González-Pons -portavoz adjunto en el Congreso- dio una pista de por dónde van a ir las cosas cuando declaró hace unos días que Zapatero debería ocuparse de África "con el tiempo que le quede tras resolver los problemas de los parados españoles".
Convertir la respuesta a la crisis en una batalla entre los pobres propios y los ajenos es un recurso miserable, incluso en época preelectoral. Si a eso sumamos otras perlas (como el exótico escepticismo de algunos dirigentes populares con respecto al cambio climático o las posiciones tramontanas en materia de inmigración), el panorama da susto. Tampoco ayuda mucho asomarse al relatorio de ideas desplegado en su página web, cuya simplicidad abochornaría a un estudiante de secundaria.
Pero yo me he educado con los jesuitas, y sé que los ricos también lloran. Y me consta que el PP cuenta con individuos brillantes que comprenden que en un mundo interdependiente la responsabilidad frente a otros es parte de un bien entendido interés propio. Precisamente porque el sentido común no es patrimonio de ningún bando, sólo nos queda esperar que estas personas estén bien situadas en un futuro gobierno.
[Nota al pie: tal como pintan las cosas, los partidos minoritarios que sostengan al nuevo Gobierno van a ser casi tan importantes como el partido que gane las elecciones. Hasta ahora la izquierda y los nacionalistas han sostenido los esfuerzos del Gobierno en materia de ayuda, pero esto puedo cambiar. ¿Y qué se puede esperar de estrellas emergentes, como UPyD? ¿Son los liberales progresistas que muchos estamos estamos esperando o van a consumir su existencia hablando sólo de nacionalismo?]
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