miércoles, 3 de marzo de 2010

Una puerta de oro para los inmigrantes pobres

"¡Bienvenidos a Madrid!", reza la campaña turística que nuestro civilizado alcalde presentará hoy en el aeropuerto de Barajas. "¡... Salvo que sea usted de color marrón!", replicarán alegres los policías apostados en segunda fila mientras agitan sus gorras. Porque en Madrid y en otras ciudades de España es el blanco lo que está de moda. Al menos eso sugieren los varios cientos de juristas y organizaciones sociales que presentaron ayer el informe Controles de identidad y detención de inmigrantes: Prácticas ilegales. Abstenerse de su lectura los nostálgicos de Peter Botha.

Este blog va a hablar mucho de inmigración y desarrollo, un asunto en el que he trabajado en los últimos años. Quiero empezar poniendo mis cartas sobre la mesa: considero que el régimen migratorio actual no sólo es inmoral, sino profundamente idiota. Constituye la mejor política para seguir disparándonos en los pies, y su reforma debería concitar mucha más atención por parte de las ONG de desarrollo.

Hecha esta declaración, retomo mi serie Cien ideas prudentes para el gobernante decente y les propongo hoy una relacionada con la inmigración. Hace algunas semanas, el investigador del Center for Global Development Michael Clemens sugirió al Gobierno estadounidense incorporar la política migratoria en la respuesta a la crisis de Haití. Su argumento era simple: uno de los modos más sencillos y eficaces de colaborar con los haitianos es permitirles escapar (temporalmente, al menos) de la catástrofe en la que se ha convertido su país:
"En este momento admitimos la entrada legal en los EEUU de una media de 21.000 inmigrantes haitianos cada año. (...) ¿Qué evidencia tenemos de que no se podría absorber un número tres veces más grande, o incluso mayor? Hemos aceptado durante años cerca de un millón de inmigrantes anuales procedentes de todo el mundo, sin que eso haya tenido implicaciones tangibles para el trabajador americano."
Como es lógico, la propuesta considera la ralentización de la economía estadounidense, pero destaca el potencial de esta idea, que surge de las investigaciones que Clemens ha realizado con Lant Pritchett. Sin variar un ápice sus condiciones en origen (formación, edad e incluso conocimiento del inglés), un haitiano multiplicaría por 6 sus ingresos por el mero hecho de hacer en EEUU lo que hacía en su país.

Dicho de otro modo, el punto fundamental no es ya cuánta gente llega, sino quiénes. La 'democratización' de los flujos migratorios implica ofrecer oportunidades a los que más las necesitan, y no sólo a los que hablen nuestra lengua o vayan a misa. Como demuestra el caso de Haití, una política migratoria de cirujano que abra una puerta de oro a parte de su población más pobre podría generar beneficios sin precedentes para el país en un momento trágico de su historia.

¿Por qué les cuento todo esto cuando las colas del paro en Europa se divisan desde el Meteosat? Por dos razones: en primer lugar, no siempre va a ser así. Antes o después nuestros países comenzarán a demandar trabajadores, y lo harán en sectores de la economía que necesitan mano de obra extranjera. Incluso en este ambiente económico de velatorio, las mejores estimaciones calculan que la UE necesitará en 2020 cerca de 50 millones de trabajadores de baja cualificación en sectores no deslocalizables. ¿Adivinan de dónde van a venir? Porque son exactamente los mismos que evitarán que nos jubilemos a los 85.

En segundo lugar, es posible comenzar a abrir estas posibilidades aquí y ahora. Alemania, Francia o Inglaterra mantienen cupos de inmigrantes que se podrían adaptar a los objetivos de desarrollo. Incluso la maltrecha España puede hacer algo: en vez de lanzarse a una caza de inmigrantes irregulares que abochorna a los policías decentes (que son mayoría) y equipara la catadura moral del Gobierno a la de la Liga Norte, el Presidente podría dedicar un minuto de la Presidencia Europea a promover la Política Migratoria Común que necesitamos como el comer.

2 comentarios:

  1. Una de las cosas que mas verguenza me daba cuando vivia en Africa era ver lo bien que me trataban alli, comparado con como tratamos a los Africanos aqui.

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  2. A mí la única vez que ma ha parado la policía nacional yendo en coche por el Pº de la Castellana (Madrid), ha sido yenfo con una persona peruana (oscura de piel)....

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