Dembisa Moyo hizo carrera hace un par de años en el star-system de los críticos de la ayuda al desarrollo, en el que también han apuntalado su fama otros autores como Bill Easterly (con muchos más argumentos, todo hay que decirlo, a pesar de lo cual fue crujido por el Nobel Amartya Sen en esta contundente pieza). Con su libro Dead Aid bajo un brazo y el bolso de Prada bajo el otro, se paseó por medio mundo proponiendo la eliminación de los programas de ayuda a África, que debían ser sustituidos por préstamos en los mercados internacionales de capitales.
Dejando a un lado el hecho de que Dead Aid fue publicado solo unas semanas antes de la caída de Lehman Brothers y el comienzo de la crisis financiera (lo que redujo el valor de los incipientes bonos africanos al de una estampilla de Bollicao), su libro constituye una colección de argumentos distorsionados y parciales; un libro escrito para justificar un propósito ideológico con independencia de la realidad. Naturalmente, parte de su crítica al impacto y la utilidad de la ayuda es muy cierta, pero, como señaló Kevin Watkins en su momento, "comparado con Moyo, Bob Geldof es un modelo de matices y realismo cauto" (el resto de su crítica está aquí; no se la pierdan).
El caso es que su trabajo despertó un interés inusitado. Prestigiosos historiadores económicos como Niall Ferguson terminaron el libro "con la necesidad de mucha más Moyo y mucho menos Bono", lo cual dejó perplejos a los académicos y activistas que llevan años luchando la batalla difícil: hacer de la ayuda un instrumento útil y complementario a otras políticas de desarrollo (ver, por ejemplo, la contestación general de Oxfam en este documento). En este debate, las pulsiones revisionistas de Moyo ayudaban bastante poco.
Les cuento todo este rollo porque el tiempo parece haber confirmado la dudosa solidez de nuestra autora. En una demoledora crítica publicada esta semana, The Economist crucifica el nuevo libro de Moyo con la siguiente frase introductoria: "He aquí dos predicciones sobre la economía mundial. Primera, los males de Occidente y el auge de las economías emergentes generarán una montaña de libros. Segunda, no es fácil que alguno de ellos sean tan malo como How the West Was Lost'". El argumento principal de los lamentos de The Economist: la distorsión (o la abierta omisión) de datos fundamentales con el objeto de justificar su tesis. ¿Les suena?
Dejando a un lado el hecho de que Dead Aid fue publicado solo unas semanas antes de la caída de Lehman Brothers y el comienzo de la crisis financiera (lo que redujo el valor de los incipientes bonos africanos al de una estampilla de Bollicao), su libro constituye una colección de argumentos distorsionados y parciales; un libro escrito para justificar un propósito ideológico con independencia de la realidad. Naturalmente, parte de su crítica al impacto y la utilidad de la ayuda es muy cierta, pero, como señaló Kevin Watkins en su momento, "comparado con Moyo, Bob Geldof es un modelo de matices y realismo cauto" (el resto de su crítica está aquí; no se la pierdan).
El caso es que su trabajo despertó un interés inusitado. Prestigiosos historiadores económicos como Niall Ferguson terminaron el libro "con la necesidad de mucha más Moyo y mucho menos Bono", lo cual dejó perplejos a los académicos y activistas que llevan años luchando la batalla difícil: hacer de la ayuda un instrumento útil y complementario a otras políticas de desarrollo (ver, por ejemplo, la contestación general de Oxfam en este documento). En este debate, las pulsiones revisionistas de Moyo ayudaban bastante poco.
Les cuento todo este rollo porque el tiempo parece haber confirmado la dudosa solidez de nuestra autora. En una demoledora crítica publicada esta semana, The Economist crucifica el nuevo libro de Moyo con la siguiente frase introductoria: "He aquí dos predicciones sobre la economía mundial. Primera, los males de Occidente y el auge de las economías emergentes generarán una montaña de libros. Segunda, no es fácil que alguno de ellos sean tan malo como How the West Was Lost'". El argumento principal de los lamentos de The Economist: la distorsión (o la abierta omisión) de datos fundamentales con el objeto de justificar su tesis. ¿Les suena?
Hola Gonzalo. Te escribe Chema Vega, no sé si te das cuenta, compartimos una mesa de mus (entre otras cosas) al finalizar el grupo consultivo de Estocolmo. ¿Ya han pasado años?,¿Verdad?. Bueno, este no es el lugar para reencuentros, ya te escribiré con más calma.
ResponderEliminarAyer lei tu nota (llegué a ella a través de un enlace que colocó Alberto Begué en su FB) y coincide que tratas un tema que he seguido con cierto interés. Tampoco es el momento de explayarme, solo decirte que no conocía el artículo de Sen y que después de haberlo leido tampoco me quedo con la impresión de que le haya "crujido" a Easterly. Yo creo que en muchos de sus párrafos es incluso elogioso hacia el libro de éste. "The White man's burden" representó para muchos colegas del sector un soporte intelectual a algunas de las intuiciones que teníamos y creo que muchos de los argumentos que aparecen en ese libro siguen siendo válidos. Por supuesto que cabe rebatir algunos de sus ejemplos y/o compeltar algunas de sus tesis pero el balance global es muy positivo. Al igual que tú, pienso que no se puede decir lo mismo del libro de Dambisa. Bueno, ya te enviaré mis reflexiones más extensas por otro medio. De momento, solo decirte, coridalmente, que lo de Amartya no me ha parecido una crujida.
Hola, Chema. Claro que me acuerdo.
ResponderEliminarLa verdad es que tienes razón. El término 'crujir' quizás sea una licencia literaria. Lo que yo trataba de expresar (y mantengo, porque también se produjo otra polémica similar con Sachs en The New York Review) es que Sen destaca lo que Easterly solo entierra entre otros argumentos: que la ayuda es útil -incluso imprescindible- cuando está sujeta a ciertas condiciones.
Para cualquiera que no se haya leído las 300 páginas del libro, Easterly deja un mensaje simplista y contrario a la ayuda, lo cuál es muy popular en según qué ámbitos. De hecho, él es un economista muy reputado que llevaba años publicando, pero ha sido esta imagen de 'enfant terrible' de la ayuda la que le ha abierto el circuito de conferencias.
En fin, que una cosa no quita la otra. Yo aprendí mucho con el libro de Easterly, pero no me gusta el modo en el que arriesga cuestiones que se juegan fuera de un modelo econométrico.
Un abrazo.
yo soy Carlos, y ya he publicado mis comentarios en este blog (como anonimo) uno sobre las leyes homofobas en Uganda y otro sobre la ayuda espanyola...........aqui he empezado a leer el informe sobre la validez de la ayuda hecho en OXFAM, que me esta pareciendo muy interesante, sobre todo porque teniendo en cuenta que yo trabajo en cooperacion (para la UE) a veces mucha gente, amigos etc.. (y hasta yo mismo) me plantea las criticas que el informe rebate.....solo lo he empezado, y hay una cosa en la que claramente estoy de acuerdo....la ayuda debe ser para combatir la pobreza.....yo no entiendo como la UE destina gran parte del presupuesto de su ayuda a Centro America en fortalecer la integracion regional, con un claro objetivo economico de mercado para la UE....fortaleciendo instituciones regionales (y a sus funcionarios que normalmente pertenecen a las elites) que el 90% de la poblacion de Centro America no sabe que existen, para mi eso es desviar la ayuda y disfrazarla de retorica: la integracion termina con la pobreza (o abre los mercados europeos???)...esta es una reflexion personal, de mi como individuo, y enhora buena por este blog, me encanta
ResponderEliminarDestacable entrada. Necesariamente crítico. Muy interesante el artículo de Amartya Sen.
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