viernes, 21 de enero de 2011

Los derechos de autor

Nada como un título sexy para atraer la atención del público. Así es, sufridos lectores, ha llegado la hora de hablar de derechos de autor y de su propiedad intelectual. Pero, a diferencia de nuestros beligerantes artistas y de su némesis internauta, nosotros no vamos a hablar de los hits de Lady Gaga, sino de algo aparentemente tan poco atractivo como revistas académicas y literatura médica. Tengan paciencia.

Al parecer, los principales editores de publicaciones médicas especializadas han decidido cortar el grifo a los profesionales de buena parte de los países más pobres, que tenían acceso gratis a este conocimiento gracias a un acuerdo muñido por la Organización Mundial de la Salud. Los artículos de revistas como Lancet Infectious Diseases, que hasta ahora estaban disponibles para los doctores que trabajan precisamente donde esas enfermedades infecciosas golpean con más virulencia, serán de pago a partir de este año.

Y cuando digo 'pago' debería decir 'paga', porque cada uno de estos artículos podría costarle el sueldo mensual a un profesional de la medicina en uno de estos países. En Bangladesh, por ejemplo, cada trabajador comunitario de salud (profesionales de la medicina o la enfermería) cobra al mes unos 45 dólares, mientras que un artículo online de Lancet sobre bacterias resistentes a tratamientos (un asuntillo menor en los países pobres, como pueden imaginar) cuesta la friolera de 31.50 dólares. La posibilidad de pagar con tarjeta de crédito no supone un gran consuelo.

Un sueldo = un artículo y medio. A ver cómo explican estos gastos en casa.

Hace algún tiempo estuve muy involucrado en la batalla por el acceso de los enfermos pobres a tratamientos esenciales contra la malaria, el VIH/SIDA y otras infecciones (un asunto en el que estamos mejor pero que todavía no se ha resuelto, como pueden comprobar aquí). Pensaba entonces que sería difícil encontrar en el futuro una caso tan palmario de víctimas y villanos, en el que la codicia de unos pocos afectase los intereses fundamentales de tantos. Este asunto de la literatura médica es menos espectacular, pero los ingredientes son similares: algunos de los totems académicos más prestigiosos y mejor pagados del planeta deciden hacer valer los Sacrosantos Principios del Derecho de Autor expulsando del club a sus miembros menos lustrosos. El pobre Hipócrates debe estar escondiendo las barbas en alguna nube.

2 comentarios:

  1. Este es el verdadero asunto de los derechos de autor, no se trata de música o cine. Se trata de conocimiento científico y tecnológico fundamental para el desarrollo de las sociedades.
    Un saludo.

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