Alberto Fernández Díaz, candidato vitalicio del Partido Popular al Ayuntamiento de Barcelona, está dispuesto a hablar claro sobre inmigración, a coger por los cuernos el discurso que otros candidatos evitan. Ya era hora. Por fin alguien introduce un poco de aire fresco en este debate tan necesitado de prejuicios y lugares comunes.
Alberto Fernández Díaz, joven promesa del PP catalán durante las tres últimas décadas, ha ignorado los riesgos para su fulgurante carrera y ha puesto el dedo el llaga proponiendo un "contrato de convivencia" para los inmigrantes. Sépanlo bien, residentes de pieles de colores, chapurreantes de castellano y catalán, comedores de platos de nombres impronunciables: estamos vigilando. Vigilaremos la educación de sus hijos, sus reiteradas gripes y apendicitis. Anotaremos cada papel que tiren al suelo, cada noche sin hilo dental. No permitiremos que sus malos hábitos engorrinen el ejemplo de convivencia que damos los españoles cada mañana.
Alberto Fernández Díaz, político de casta y compañero de Alicia Sánchez-Camacho, no está dispuesto a permitir que otros partidos le ganen esta batalla. Si ERC, CiU y PSC agitan entre sus huestes la bandera de los españoles/catalanes primero, los populares redoblarán esfuerzos para no quedarse atrás. Pero sabrán ser generosos cuando llegue el momento del acuerdo. Al fin y al cabo, lo que está en juego son los pilares mismos de la Patria: raza, lengua, religión, nación. Lo de menos ahora es qué Patria, si la catalana o la española. Lo fundamental es dejar claro que los derechos tienen un límite, y ese límite tiene el color del pasaporte.
Alberto Fernández Díaz, contendiente de Josep Anglada, está dispuesto a utilizar un lenguaje "políticamente incorrecto". Más aún, está decidido a desplegar un discurso simplemente "incorrecto", siempre y cuándo beneficie los intereses electorales de su partido.
Alberto va a dar mucho juego. Mi favorito es su palabro "la tradición social española". Entiendo que este concepto integra hazañas como el vermú del domingo, escuchar carrusel deportivo en la playa con la tortilla y los filetes y tirar cabras desde los campanarios...visto lo cual yo no debo formar parte de la sociedad español. Lo triste es que esta batalla electoral tiene todos los visos de convertirse en un "a ver quién da menos y dice la sandez más popular".
ResponderEliminarPrecisamente el viernes estuve con unos cuantos lideres indigenas que se dejaron caer por Madrid gracias al apoyo de la Fundación Felix Rodriguez de la Fuente. Un periodista que entrevistaba a Odile R de la Fuente, le planteaba algo asi como "pobrecitos estos indígenas, que de calamidades,que bien que les ayudeis..." y Odile le respondía "no ha entendido usted nada, el mensaje es más bien el contrario".
ResponderEliminarPues eso, los hay que no entienden nada, y el mensaje es mas bien el contrario. Gracias como siempre Gonzalo, es un placer leerte.
Hace unos meses uno de los líderes empresariales catalanes se asustaba por la invasión de inmigrantes, porque "no tienen una moral como la de los de aquí".
ResponderEliminarÉsa es precisamente mi esperanza.
Gracias por vuestros comentarios.
En Italia está la Liga Norte de Bossi. En Holanda está el PVV de Geert Wilders. En Francia el Frente Nacional del incombustible Le Pen. En Austria a la muy radical Barbara Rosenkranz, del FPÖ. En Suecia ha subido como la espuma el xenófobo Partido de los Demócratas de Jimmie Akesson.
ResponderEliminarEn España no necesitamos partidillos de tres al cuarto. Tenemos al PP, con rebuznadores como Sánchez-Camacho o Fernández, que ante sus incendios a la convivencia cuentan con el complaciente silencio del Amado Líder (Rajoy, por si alguien cree que pienso en la Lideresa Aguirre).
Como dice el conocido refrán Ogoni "El que siembra vientos, recoge tempestades" (¿o era un refrán Aguaruna-Wambisa?) A ver si yo también voy a tener que mirarme el pedigrí carpetovetónico...
Nunca hay que desaprovechar una buena crisis, reza el adagio.
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