Pero Oxfam también se hace otra pregunta: ¿cómo fue la respuesta del Gobierno español? España hizo de Haití una de las banderas de nuestra intervención humanitaria, desplegando ministros y soldados de una punta a otra de Puerto Príncipe. Con más de 60 millones de euros, y al mando de la Presidencia de turno de la UE, la cooperación oficial española se puso al frente de la respuesta europea.
Pues bien, el análisis de Intermón Oxfam sugiere en este terreno más sombras que luces: una respuesta rápida pero descoordinada, mucho más pendiente del traslado de personal y material a Haití que de la definición de estrategias de intervención con otros donantes y con las numerosas ONG que se desplegaron por el país.
Pero lo que más llama la atención es el modo en el que Haití ha ilustrado las limitaciones de las intervenciones militares en este tipo de emergencias. Dos misiones de las Fuerzas Armadas Españolas (con un coste cercano a los 19 millones de euros), de las que el informe señala:
Su intervención, al proveer asistencia humanitaria directa, contradice las directrices internacionales (Oslo) sobre la actuación de las FFAA en desastres naturales. Además, sus intervenciones no estuvieron coordinadas por la Oficina de Acción Humanitaria, que debería haber garantizado coherencia en la respuesta. Sus labores de desescombro fueron pertinentes y presentaron valor añadido, pero el resto de acciones ha supuesto un alto coste y poca eficacia. El coste de las operaciones de las FFAA fue finalmente 24 veces mayor que la destinada a las ONG.
En estos tiempos en los que nunca falta una excusa para recortar la ayuda internacional es una buena noticia que las instituciones que la gestionan rindan cuentas y se las exijan a nuestros gobiernos. La mala noticia es que los donantes siguen empeñados en costear las relaciones públicas de sus ejércitos con recursos que siempre han sido demasiado escasos.
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