Si todo sale como prevén sus impulsores, la reforma legislativa aprobada por el Presidente Obama esta semana contribuirá a reducir el tipo de piruetas bursátiles que están en el origen de esta crisis económica. Para el mundo en desarrollo -que paga nuestros catarros financieros con purgas de empleos, exportaciones y ayuda- sólo este logro debería constituir una buena noticia (si Dios y los bancos centrales no lo remedian, cerca de 100 millones de personas se unirán este año al club de quienes viven en la pobreza extrema, y muchos otros verán su margen de maniobra reducido a cero).
Pero la nueva ofensiva legislativa de la Administración Obama trae otra buena noticia para el desarrollo, una menos evidente: gracias a la iniciativa de dos congresistas demócratas y uno republicano, la nueva ley exige que todas las compañías del sector extractivo (gas, petróleo y minería) registradas en los EEUU declaren con pelos y señales los impuestos que pagan y los ingresos que obtienen en cada uno de los países en los que operan. Esta medida es una vieja reclamación de ONG como Global Witness, que aboga por una mayor transparencia y control como vacuna contra la llamada maldición de los recursos (el camino más rápido hacia la pobreza y la guerra es descubir diamantes o petróleo en tu patio trasero; en este documento encontrarán una explicación didáctica e inteligente del asunto).
No es la única perla de la ley. Los legisladores también han aceptado incorporar disposiciones específicas relativas al conflicto de la República Democrática del Congo (ése que según el ponente de la conferencia de Progreso Africano ya no existe, pero que por ahora se ha cobrado cerca de 6 millones de vidas y en el que la extracción de recursos minerales parece ser determinante). En concreto, la ley exige que aquellas compañías que utilicen componentes como el coltán en la fabricación de sus productos declaren a las autoridades si aquéllos han sido adquiridos en la RDC o en países colindantes.
La medida afecta de modo directo a los fabricantes de tecnología como teléfonos móviles u ordenadores. Precisamente los mismos que habían sido denunciados por la campaña Enough, que airea genocidios y otros crímenes contra la Humanidad menos a la moda. No se pierdan este vídeo de un minuto y medio en el que un Mac y un PC encuentran sus similitudes, ni este otro en el que se explica de forma clara y contundente la vinculación entre los conflictos y las industrias extractivas.
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