Si el Concilio de Nicea hubiese tenido lugar en estos días, no me cabe duda de que las discusiones acerca de la divinidad de Jesucristo hubiesen quedado en una charla de cafetería en comparación con el verdadero dilema de nuestro tiempo: cómo medir la pobreza. Lo crean o no, existe una casta de profesionales del desarrollo (economistas en su mayoría) que dedican buena parte de su existencia a este asunto, en interminables disquisiciones que, si no tienen un carácter teológico, se acercan mucho (de hecho, la econometría es lo más parecido a la fe que he encontrado en el campo científico).
Y aún así, el asunto es importante; a qué negarlo. Y como es obligación de este servidor de ustedes difundir la palabra de los expertos, les sugiero que le echen un vistazo a las dos últimas entradas del blog de Duncan Green. En ellas encontrarán una descripción detallada del Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), un nuevo indicador que mide la miseria y el desamparo a través de diez variables de salud, educación y estándares de vida (esto último incluye cosas como el acceso a agua potable).
Se trata -ya se habrán dado cuenta los lectores empollones- de una versión sofisticada del Índice de Desarrollo Humano del PNUD, que era a su vez una sofisticación de los básicos indicadores de ingreso que fueron el único norte y guía hasta los años 90.
De acuerdo al IPM, el número de quienes viven en la miseria es 400 millones más grande de lo que calcula el Banco Mundial con su índice de ingreso per capita (menos de 1,25 dólares al día). El asunto no es baladí, si consideramos que algunos presupuestos públicos dependen en gran medida de la ayuda que reciban por su posición en estas listas. De acuerdo con gráfico adjunto, que Duncan reproduce en su blog, más de un ministro de economía dormirá con dificultades esta noche. (La verdad es que las diferencias entre un criterio y el otro en países como Uzbekistán, Marruecos o Etiopía deberían hacernos pensar a todos.)
Sin lugar a dudas que lo que sigue es una visión de lo más simplista (debido, seguramente, a la falta de experiencia y conocimiento) pero da la impresión que todo se reduce al eterno debate sobre "¿qué es pobreza?", o más sencillo aún: a una visión de la vida monetaria o menos material.
ResponderEliminarPara unos pobreza sólo es falta de dinero (perdón liquidez, que se dice ahora), aunque Ravallion comience diciendo "Everyone agrees that poverty is not just about low consumption of market commodities by a household". En verdad el siguiente razonamiento es: aunque el resto de dimensiones de la pobreza no se pueden ni se podrán medir (simplificando mucho), si no se mide no existe, con lo cual la única medida posible y fiel es renta per capita (dinero), Ole!(perdón, nada más lejos de alimentar el tan transcendente debate taurino nacional). Con lo cual a efectos prácticos pobreza es tener o no dinero. El combate efectivamente es kingkonginano-gozziliano pero más que nada porque es lo que se lleva debatiendo desde hace 20 años cuando apareció el IDH (se podría leer el Development Economics de Debraj Ray y estaría de rabiosa actualidad). Parece ser que el gran aporte del IPM es el nivel de household en vez de país como hacía el IDH.
De todas formas, ¿no será otra noche más de fuegos artificiales para seguir mirando al cielo y no bajar la vista a la tierra?
PS: y qué fue del IPH 1 y 2, del IPC (no el que ha subido un 1,9% este mes), ILH, ...puestos a quedarme me quedo con el Índice del Planeta Feliz al menos suena esperanzador
Me temo que estoy muy de acuerdo contigo. Comprendo la importancia de estos debates, pero no comparto el entusiasmo que despiertan en algunos foros. Como señala Duncan al inicio de su entrada, los pobres tienen una idea bastante diferente de lo que la pobreza supone para ellos.
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
...volvemos a lo de siempre: la "pobreza" analizada desde el occidente "civilizado" y sin considerar los otros mil conceptos de pobreza.
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