La ONU anuncia que el número de hambrientos ha descendido hasta los 925 millones a lo largo de 2009, casi 100 menos que el año anterior (aliviando la conciencia de los menguantes ministerios de cooperación de medio mundo).
Oxfam denuncia que estos números están mucho más relacionados con el azar que con las decisiones políticas. Los mismos fenómenos meteorológicos que redujeron la producción hace cuatro años han proporcionado cosechas record en los últimos meses. Durante este tiempo, la comunidad internacional ha mirado hacia otro lado.
John Hoddinitt -del think tank sobre hambre y pobreza IFPRI- publica la primera versión de un ambicioso estudio que describe los efectos del hambre en Guatemala. El titular es simple: pasar hambre durante los primeros 36 meses de vida determina en gran medida las capacidades físicas y cognitivas durante el resto de la existencia. De hecho, los casos analizados entre 1969 y 2004 demuestran que el hambre temprana incrementa en un 31% las posibilidades de quedar atrapado en la pobreza extrema.
Dos tercios de la población indígena guatemalteca padece niveles más o menos graves de desnutrición. No sé si es más o menos que el año pasado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario